La vida de un presidente está marcada por la dicotomía entre lo público y lo privado. Este contraste se pone de relieve de manera especial cuando un líder internacional realiza una visita oficial a otro país. En el caso del presidente de Colombia, Gustavo Petro, y su reciente visita a Panamá, se observa cómo estos dos aspectos de su vida pueden influir en su imagen y en su vida política.
La vida pública de Gustavo Petro, como la de cualquier mandatario, está sujeta a un escrutinio constante. Sus discursos, decisiones políticas y acciones son analizadas, como es lógico, por medios de comunicación, opositores políticos y ciudadanos. La visita a Panamá no fue la excepción. Petro se reunió con el presidente panameño, Laurentino Cortizo, y otros altos funcionarios para discutir temas de interés mutuo, como el comercio, la seguridad y la cooperación en materia de migración.
Pero también sacó tiempo para el descanso y a pesar de la naturaleza pública de su cargo, ejerció abiertamente su derecho a la vida privada, dejándose ver caminando por la noche, de la mano de una mujer que no era su esposa. Varios videos del suceso inundaron la redes, en los que se le ve, al parecer, de la mano de la presentadora de televisión barranquillera Linda Yepes. Esto ha generado un pequeño escándalo en Colombia que pasa por la relación con su esposa Verónica Alcocer y la privacidad o no de este tipo de acontecimientos en un mandatario.
En DIVÁN POLÍTICO pusimos el foco en este acontecimiento para hacer una breve reflexión sobre la esfera pública y privada y alimentar los argumentos y puntos de vista sobre el debate que se suscitó entre la vida pública y la vida privada de un político. Gabriel García Márquez añadiría que hay una tercera esfera que tenemos todos los seres humanos y es la vida secreta, pero de esa no nos ocuparemos en esta ocasión.