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Seis lecciones de petrosofía

Hace ya casi dos décadas que se comenzaron a impartir estas lecciones a través de los micrófonos del Congreso de la República. Su autor, conocedor como pocos de lo ávido que está el país, y el mundo entero, de su conocimiento, decidió inscribirnos hace dos años, en sus clases magistrales intensificadas. Soportado en el atril de la Presidencia de la República, meditabundo, lápiz en mano y dedo en el móvil, el petrósofo de la Casa de Nariño nos da cuenta, día tras día, de sus profundas reflexiones, que van desde el Agamenón hasta expandir el virus de la vida por las estrellas del universo.

Vítores y aplausos grabados marcan sus intervenciones nacionales e internacionales para ahorrarnos el fútil esfuerzo de hacerlo nosotros y sus frecuentes alocuciones suelen hacerse en compañía de desprevenidos ciudadanos que, ensimismados por la belleza de las palabras de este novedoso pensador contemporáneo, agradecen asintiendo con la cabeza ante la inmensidad del conocimiento que es vertido sobre ellos. Amplio saber que seguro quedará como legado petrosófico para las futuras generaciones y de las cuales me atrevo a sugerir las siguientes seis lecciones para la posteridad:

Primera lección: “Yo no lo crié”.

Así como Ética a Nicómaco fue escrita en el siglo IV a.C por Aristóteles y más recientemente en el siglo XX, Fernando Savater hizo lo propio con Ética para Amador, el petrósofo nacido en Ciénaga de Oro nos deja la actualización, en el siglo XXI, de lo que bien podría llamarse Ética para Nicolás, exdiputado del Atlántico e hijo del Petrosidente, ha sido vinculado a una delicada investigación por presunta financiación irregular de la campaña de su padre. Nuestro magnánimo jefe de gobierno, al ser cuestionado por el comportamiento de su hijo, atinó a responder con una frase colmada de amor por la ética y la responsabilidad paterna: “La verdad es que yo lo lo crié”.

Segunda lección: “Si yo quisiera acabar con las EPS ¿saben qué hago? No presento el proyecto y dejo que pase lo que está pasando y eso es chu, chu, chu”.

Lección de principios de su mandato, cuando se le pidió a su Sapiencia Suma que explicara la propuesta de Reforma a la Salud presentada por su ministra Corcho. La respuesta sería premonitoria de lo que sucedió luego, el 5 de abril y en menos de 72 horas, cuando tres de las más importantes empresas promotoras de salud del país, fueron intervenidas por la Superintendencia de Salud. Días más tarde, Compensar EPS y EPS Sura también presentarían sendas solicitudes de liquidación. Una necesaria inducción de la crisis del sistema de salud, con el loable ánimo, del petrósofo del cambio, de fortalecer el sistema inmune de todos los colombianos que estaba siendo víctima de los perjudiciales avances de la medicina y la salud pública.

Tercera lección: “Ministro o ministra que no haga caso, se va”.

El Leviatán de Thomas Hobbes relata la historia de un monstruo bíblico con un poder sobrenatural, que sirve de ejemplo para justificar la presencia de un Estado que subordina a sus ciudadanos a un control absoluto. En nuestro caso ese Estado lo representa el admirado líder de agendas privadas y puntualidad escasa. Ha dicho que todo ministro y ministra debe obedecer el mandato popular (que es el suyo, por supuesto, al mejor estilo de Luis XIV), so pena de ser expulsado de su gobierno, tal como sucedió con los inconscientes exministros Ocampo, Gaviria y López. Hacer caso nos queda pues, como memorable lección de libertad, autonomía y democracia.

Cuarta lección: “Este pechito echó a Olmedo”.

Crimen y castigo, de Fedor Dostoievski relata la historia de un hombre atormentado por la culpa ante un crimen. Ese, por fortuna, no es el caso de nuestro petrósofo que ha dignificado el cinismo como valor moral. Sin el menor asomo de sonrojo, asegura que fue él quien evitó el saqueo de la UNGRD, donde miles de millones de pesos se presumen entregados a congresistas que votaron favorablemente los proyectos revolucionarios del cambio. Una exégesis avanzada de la moralidad que en la reciente instalación de la nueva legislatura fue complementada con la frase: “Tengo que pedir perdón porque yo fui el que lo puse ahí”. Es decir, su responsabilidad es la de un noble mandatario que confió en su traicionero amigo, quien se dedicó a ofrecer estas dádivas a diestra y siniestra, por iniciativa propia.

Quinta lección: “Ha comenzado el golpe blando”.

El discurso del método de René Descartes, publicado en 1637, y en el que el filósofo francés establece las reglas que seguirá para conducir su razón y encontrar la verdad, palidece al lado del método utilizado por nuestro petrósofo de cabecera para defenderse ante cualquier inconveniente: Todo se trata, en realidad, de una conspiración para sacar a la izquierda del poder. Y si la gente grita en los estadios ¡Fuera Petro! no es más que otra muestra de esa cofabulación, a todas luces equiparable, a los golpes militares del cono sur y el asesinato de los líderes de la UP en el siglo pasado.

Sexta lección: “El proceso constituyente convocado no es ni para cambiar la constitución del 91, ni para perpetuarme en el poder”.

En El Principe de Nicolás Maquiavelo, el filósofo italiano proponía un Estado fuerte cuyo líder debía ser capaz de defender su poder a toda costa. En esta lección, el petrósofo cienagadorense sabe que bien vale la pena proponer una nueva Constituyente. No importa lo reciente de la Constitución de 1991 en la que participó como protagonista el M-19, que los tiempos no den en este mandato o que haya que saltarse los mecanismos para convocarla. Para eso se pueden tomar los Acuerdos de paz del 2016 o la idea de una Constituyente Universitaria, ambientada por rectores nombrados bajo su influencia.

Hasta aquí esta media docena de lecciones petrosóficas. Suficientes y valiosas perlas del pensamiento, que nutren la historia contemporánea de la política y el poder y de las cuales debemos tomar atenta nota los colombianos y el universo entero, con el ánimo de mantener vivos los valores propios de algo más grande que la Revolución inglesa y la Revolución francesa de los siglos XVII y XVIII: la incomprendida revolución del cambio en la Colombia del siglo XXI, que hoy hace de nuestro país una prepotencia mundial del decrecimiento y nos aventura de regreso a la edad de Petro, la edad de piedra.

El del video con una mujer en Panamá ¿es el presidente Gustavo Petro?

La vida de un presidente está marcada por la dicotomía entre lo público y lo privado. Este contraste se pone de relieve de manera especial cuando un líder internacional realiza una visita oficial a otro país. En el caso del presidente de Colombia, Gustavo Petro, y su reciente visita a Panamá, se observa cómo estos dos aspectos de su vida pueden influir en su imagen y en su vida política.

La vida pública de Gustavo Petro, como la de cualquier mandatario, está sujeta a un escrutinio constante. Sus discursos, decisiones políticas y acciones son analizadas, como es lógico, por medios de comunicación, opositores políticos y ciudadanos. La visita a Panamá no fue la excepción. Petro se reunió con el presidente panameño, Laurentino Cortizo, y otros altos funcionarios para discutir temas de interés mutuo, como el comercio, la seguridad y la cooperación en materia de migración.

Pero también sacó tiempo para el descanso y a pesar de la naturaleza pública de su cargo, ejerció abiertamente su derecho a la vida privada, dejándose ver caminando por la noche, de la mano de una mujer que no era su esposa. Varios videos del suceso inundaron la redes, en los que se le ve, al parecer, de la mano de la presentadora de televisión barranquillera Linda Yepes. Esto ha generado un pequeño escándalo en Colombia que pasa por la relación con su esposa Verónica Alcocer y la privacidad o no de este tipo de acontecimientos en un mandatario.

En DIVÁN POLÍTICO pusimos el foco en este acontecimiento para hacer una breve reflexión sobre la esfera pública y privada y alimentar los argumentos y puntos de vista sobre el debate que se suscitó entre la vida pública y la vida privada de un político. Gabriel García Márquez añadiría que hay una tercera esfera que tenemos todos los seres humanos y es la vida secreta, pero de esa no nos ocuparemos en esta ocasión.

Los retos del nuevo gobierno de Iván Duque

¿Qué retos tiene por delante el nuevo presidente de Colombia, Iván Duque? El domingo 17 de junio al final de la jornada electoral de la segunda vuelta presidencial, el psicólogo, publicista y especialista en estudios políticos Carlos Andrés Naranjo Sierra, director de DIVÁN POLÍTICO, en compañía de Sergio Ignacio Soto, director regional de Fenalco, el periodista Felipe Aramburo y varios expertos en la materia, estuvieron analizando las perspectivas del nuevo gobierno a la luz de temas como la economía, la salud, las relaciones internacionales, los acuerdos de paz y, por supuesto, el poder y la psicología. A continuación un extracto del programa:

¿Votaré por Petro movido por el resentimiento?


Por: Diego Andrés Montoya Calle*
Me disculparán los amigos politólogos la pérdida de las formas, pero es que también podemos denunciar, criticar y sentir como ciudadanos del común.

“Es que ustedes los de izquierda son unos resentidos”, me dijo una amiga hace muy poco; apunté inmediatamente a decirle que quizá sería un “conformista” en Alemania o en Noruega donde los debates que se dan actualmente giran en torno a cómo repartir o distribuir su riqueza a los extranjeros que provienen de Oriente Próximo, es decir, dar de lo que sobra a desconocidos, cuando acá en Colombia aún no nos ponemos de acuerdo en cómo hacerlo con nuestros propios compatriotas, en razón de que todo está en manos de un puñado de ricos. Y es que hasta Uribe, Duque y Lleras serían de izquierda, resentidos y emputados, o “indiada andrajosa” -como se nos considera a veces- si como la mayoría de los colombianos les hubiera tocado vivir y andar la calle.

La conexión de Gustavo Petro con las necesidades del pueblo no es gratis, responde a un colombiano que culminó sus estudios con esfuerzo, un líder hecho a pulso, independiente. Sus años de lucha, el trabajo comunitario,  su aporte en la constituyente, las denuncias valientes en el Senado incluyendo la que hizo a los hermanos Moreno que militaban en su mismo partido, y su gestión como Alcalde entorpecida por los medios de comunicación y poderosos en Bogotá, le dotaron de conocimiento para saber qué necesita la gente de a pie. Eso lo muestra el multitudinario apoyo popular en la plaza pública en este país en el que se le perdona todo a todos: a corruptos, a violadores, a sicarios, a paramilitares… pero nunca hay perdón para un “izquierdoso resentido”.

En otra ocasión me dijo otra amiga que no le gustaba Petro por “la manera o forma de hablar”; pensé que Pastrana, Uribe y Santos ganaron el primero, por bonito; el segundo, por su hablado afectuoso y paternal, y el tercero ganó aunque no dominaba bien las artes liberales de la elocuencia; y sin embargo los tres y otros tantos de derecha nos tuvieron y nos tienen comiendo literal mierda.

Las razones para escoger un candidato deben radicar en sus propuestas. Me pregunto, ¿cuántos colombianos conocieron el programa de gobierno de cada candidato? (https://www.publimetro.co/co/noticias/2018/03/20/propuestas-candidatos-presidente-colombia-2018.html), ¿cuántos colombianos conocen las propuestas de Petro que claramente son las más ambiciosas y coherentes que candidato alguno se haya atrevido a proponer desde los tiempos de Gaitán?

Yo me atrevería a decir que lo nuestro no es resentimiento sino una actitud endurecida por la experiencia de resistir los embates del establecimiento y de los poderosos de este país, además de una actitud de orgullo por sacar a la izquierda de su largo letargo, pues ahora su movimiento apunta a lo que hace la izquierda aquí y en la lejana China: enarbolar las banderas de los menos favorecidos o “sumergidos” de las sociedades. Eso no es pedantería, ni arrogancia o resentimiento, sino una férrea convicción y una lucha decidida por la dignidad de la gente excluida históricamente del reparto justo de la riqueza nacional.

Y es que a mí, como a usted, no me gusta salir a la calle a respirar humo de carro con material particulado y altamente cancerígeno (http://www.elcolombiano.com/antioquia/particula-en-el-aire-del-aburra-es-53-4-cancerigena-YM6482111); nos da tristeza ver campesinos desposeídos y niños indígenas desprotegidos en las esquinas, y odiamos quedarnos tres o cuatro horas en una sala de urgencias; nos afectan los contratos mal pagos de tres y cuatro meses, sin recargos, sin horas extras y sin vacaciones remuneradas; y muchísimo menos nos agrada la perspectiva oscura de no poder pensionarnos; eso no gusta ni en Colombia ni en Alemania.

Lo cierto es que las élites políticas y económicas tradicionales nos han mentido convenciéndonos de  que las cosas son así porque es natural que sean así, pero la verdad todo esto pasa por decisiones políticas materializadas en leyes, acuerdos o decretos, impulsadas por esos hombres y mujeres que a la hora de ganar votos te dicen que están contigo.

Colombia es un país rico en todo. Cuando chico no comprendía qué era ser ricos, pues no percibía mi situación como la de un rico. Ahora sé que siempre hemos sido potencia por nuestra biodiversidad, multietnicidad y pluriculturalidad, con pleno derecho a ser ciudadanos de primer mundo, pero siempre ha sido un ideal postergado: lo que ha ocurrido es que no ha habido una ética del bienestar para todos y nuestros gobernantes siempre han eludido su responsabilidad de servidores públicos; el segmento de población sumergida es vergonzante por negligencia del estado de brindar protección social, y el líder de cada época que conoce esto y quiere cambiarlo resulta inmolado o asesinado.

Fue Zygmunt  Bauman,  a propósito de la violencia nazi en la Segunda Guerra Mundial y su perfecta máquina de aniquilación masiva, quien se refirió a la pérdida de los resortes humanos; es decir: de las consideraciones éticas, de la empatía y las barreras morales, debido a la ausencia de voluntades y a la falta de decisión de la gente.

Si la Colombia Humana de Petro no logra instalarnos en ese “primer mundo”, si no logra que el estado pueda subsidiar la compra de vehículos eléctricos para dejar de llenar mis pulmones de hollín, si no logra quitar la intermediación de las EPS del sistema de salud o brindarnos plena soberanía sobre lo que comemos promoviendo que el campesino regrese al campo; si todo esto parece imposible pues, como dicen sus detractores, carece de “realismo político”, por lo menos y siguiendo en la misma línea de Bauman, no quiero faltar a mi deseo de voluntad y decisión. Colombia debe recuperar los hilos que nos atan a lo humano y esta es la oportunidad: hagamos época, movilicemos nuestras voluntades. Esto no es falta de realismo; simplemente el camino es largo y es la hora de empezar.

*Politólogo Universidad de Antioquia. Docente IUE. @diegomontoyac1